lunes, 1 de septiembre de 2008

Uno de los nuestros

Hoy voy a copiar otro fragmentillo de la obra de El juego del Ángel, la novela de Carlos Ruiz Zafón. La novela va bien, el argumento es normalillo, pero Zafón se esfuerza porque cada frase quede redonda y luego, a veces, parece que conozca la wikipedia en español:


Vidal suspiró.
-David, yo no tengo la culpa de que hayan ido a por ti. La culpa es tuya. Lo estabas pidiendo a gritos. Ya eres mayorcito como para saber cómo funcionan estas cosas.
-Dígamelo usted.
Vidal chasqueó la lengua, como si mi ingenuidad le ofendiese.
-¿Qué esperabas? No eres uno de ellos. No lo serás nunca. No has querido serlo, y crees que te lo van a perdonar. Te encierras en tu caserón y te crees que puedes sobrevivir sin unirte al coro de monaguillos y ponerte el uniforme. Pues te equivocas, David. Te has equivocado siempre. El juego no va así. Si quieres jugar en solitario, haz las maletas y vete a algún sitio donde puedas ser el dueño de tu destino, si es que existe. Pero si te quedas aquí, más te vale apuntarte a una parroquia, la que sea. Es así de simple.
-¿Es eso lo que hace usted, don Pedro? ¿Apuntarse a la parroquia?
-A mí no me hace falta, David. Yo les doy de comer. Eso tampoco lo has entendido nunca.


(Las negrillas son mías.)


1 comentario:

Unknown dijo...

¡Guá! ¡Qué inquietante...!