domingo, 19 de octubre de 2008

Adiós multitudinario

Cuando alguien se va, no falta gente que se apene de su marcha. La muerte de alguien hace que le veamos como una pérdida. Esto es así incluso en el caso de personajes perjudiciales para el proyecto común.

A los más viles, como a los más estúpidos, no les faltan necios a pares que vayan a los lugares pertinentes a lamentar su ida, elogiando unas supuestas virtudes. Esos necios, a veces son miles.

2 comentarios:

Gaeddal dijo...

Y demos gracias porque se piñó él sólo, borracho y conduciendo en plan fitipaldi. Si no, ya tendríamos teoría conspiranoica y un mártir de la causa.

Résped dijo...

Murió como un gilipollas y tú dices que no es un mártir de la causa...