La derecha española está reñida con el pensamiento. Dirán ustedes que es una frase tendenciosa y que solo se puede defender demagógicamente, puede ser, pero lo bien cierto es que mientras que se me ocurren intelectuales e incluso escritores de muy buena pluma de países europeos que han militado en algún momento de su vida en la derecha ideológica, no se me ocurre ninguno en España.
La derecha española ha renunciado de todo lo que oliera a inteligencia desde la noche de los tiempos, las mentes privilegiadas que han coqueteado con nuestros políticos conservadores han salido atufados; tal fue el caso de Unamuno, al que se le gritó la que ha sido divisa desde entonces de esta tendencia ("Muera la inteligencia") cuando les señaló la sinrazón de su actuar.
La táctica para suplir la intelectualidad ha sido la que suelen utilizar ante cualquier problema: esparcir mierda. Igual que con el 11-M o con los casos de corrupción, hace tiempo que la derecha se dio cuenta de que si la difamación se extiende, si se consigue que la gente crea que todos son iguales, pasan más desapercibidos. Así, "intelectual" ha sido una palabra utilizada como insulto, como si pensar fuera ajeno al hombre normal, "progre" se ha igualado a "carca" como algo negativo, como si pretender el progreso humano fuera tan malo como ser retrógrado.
La misma línea es igualar todos los apoyos, como si Norma Duval, María del Monte, Julio Iglesias o Bertín Osborne valieran uno a uno como otros cuyo nombre no digo para no mancharlo junto al de estos.
Pensar en la derecha española es un ejercicio de riesgo, un llamado a la expulsión, al ser señalado, una actividad proscrita.
Como en el Cambalache de Discépolo, lo mismo un burro que un gran profesor, vivimos rebozaos en un merengue y en un mismo lodo, todos revolcaos.
La derecha española ha renunciado de todo lo que oliera a inteligencia desde la noche de los tiempos, las mentes privilegiadas que han coqueteado con nuestros políticos conservadores han salido atufados; tal fue el caso de Unamuno, al que se le gritó la que ha sido divisa desde entonces de esta tendencia ("Muera la inteligencia") cuando les señaló la sinrazón de su actuar.
La táctica para suplir la intelectualidad ha sido la que suelen utilizar ante cualquier problema: esparcir mierda. Igual que con el 11-M o con los casos de corrupción, hace tiempo que la derecha se dio cuenta de que si la difamación se extiende, si se consigue que la gente crea que todos son iguales, pasan más desapercibidos. Así, "intelectual" ha sido una palabra utilizada como insulto, como si pensar fuera ajeno al hombre normal, "progre" se ha igualado a "carca" como algo negativo, como si pretender el progreso humano fuera tan malo como ser retrógrado.
La misma línea es igualar todos los apoyos, como si Norma Duval, María del Monte, Julio Iglesias o Bertín Osborne valieran uno a uno como otros cuyo nombre no digo para no mancharlo junto al de estos.
Pensar en la derecha española es un ejercicio de riesgo, un llamado a la expulsión, al ser señalado, una actividad proscrita.
Como en el Cambalache de Discépolo, lo mismo un burro que un gran profesor, vivimos rebozaos en un merengue y en un mismo lodo, todos revolcaos.
2 comentarios:
¡Arg! ¡Revolcao con María del Monte! ¡ARGGG!
Es lo que hay.
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