Últimamente el mundo de la política nos está dando muchos grandes cómicos, muchos de los cuales merecen una entrada en blogs más importantes que este, pero como este es el mío, traigo una figura a la que hace tiempo que le quiero dedicar una entrada. Hoy quiero rendir homenaje a la figura más significativa e incomprendida de la farándula nacional: Federico Jiménez Losantos.
Atacado a diestro y siniestro, la más lúcida y brillante de las mentes nacionales dedicadas al humor, aguanta sólo apoyado por la institución que más probadamente ha demostrado generosidad a lo largo de los siglos: la Iglesia Católica Apostólica y Romana Española.
Jiménez Losantos ha sido uno de los pocos valientes capaces de alzar su voz contra viento y marea contra todas las injusticias y mentecateces que han azotado el panorama político español. Desde su programa de las mañanas ha sabido llenar nuestras vidas con la sonrisa inteligente y el humor negro, pero sano.
Jiménez Losantos ha creado un personaje homónimo que cada mañana se pone un alzacuello radiofónico para recuperar a los clásicos del humor hispano y traérnoslos, abriendo una ventana al aire fresco de la sana crítica. El problema es que el magnífico personaje de Jiménez Losantos ha caído en un país de estultos y envidiosos que no han sabido o no han querido ponerle en el pedestal que sin duda merece.
El problema principal de Losantos, además de haber creado un personaje con su mismo nombre, lo cual a la gente le cuesta entender y separar, es que es guapo. Si fuera feo todo el mundo comprendería mejor su humor y las envidias serían menores. Ahí tienen a ese Gran Wyoming, feo como un demonio, con humoradas semejantes pero inferiores a las de Federico, triunfando; claro, todo el mundo al mirarlo sabe que no puede ser sino un humorista. ¡Cuánto daño ha hecho Zapatero!, dice Wyoming, y ¡ale, a troncharse de risa el personal! Pues no, lo que ha hecho mucho daño es el refranero, con eso de que la cara es el espejo del alma... ¡un cuerno! Así, llega un tipo bien plantado como Federico y no se le pillan los chistes porque la gente piensa: este es un tipo cabal... que lo es.
Aquí en España si un chiste no tiene las palabras culo, (mis)tetas o cualquier otra que remita inmediatamente a lo escatológico, lo morboso o lo pornográfico, no se entiende. La gente es cortita para el humor. Pero Federico, nuestro Federico, es capaz de, con su voz cálida y envuelta en una aparente seriedad, dar grandes momentos radiofónicos.
Podría parecer insuperable el momento en el que llamó “bolcheviques” a los servicios informativos de la cadena en la que trabaja, la COPE, pero tiene otros. Y no es que este sea un momento menor, solo Gila, Tip y Coll o tal vez Buenafuente pueden tener imágenes de una hilaridad semejante; porque si analizáramos el chiste del bolchevismo, con las implicaciones que en la cadena arzobispal tiene especialmente, no pararíamos de reírnos, y sin olvidar la ocasión en que fue pronunciada, solo 72 horas después del 11-M, cuando España entera necesitaba una dosis de ánimo.
Párrafo aparte necesita el tema del 11-M: quién sino Federico podría habernos consolado y aliviado el luto por tan trágico suceso... y ni un gracias ni mucho menos una medalla al mérito le han dado. Cuántas horas para buscar el lado chistoso del asunto, cuánta imaginación creativa puesta al servicio de forjar una historia ficticia que nos alejara de la crudeza de la realidad. Y aprovecho aquí para felicitar también a su equipo de guionistas y de actores, que tan bien nos hicieron llegar sus contenidos: ¡con qué aplomo han sido capaces de representar sin que la risa se les escapara apenas una vez o dos!
Como no quiero alargarme (a estas alturas no me deben quedar lectores), dejo para otro día golpes de humor de Federico, que no faltarán. Solo me queda recomendarles que se unan conmigo en la lucha por la reivindicación de este hombre. De momento, estoy evaluando la posibilidad de montar un grupo en Facebook pidiendo que el próximo especial de Nochevieja se le dé a Federico, lo anunciaré convenientemente así que no duden en acercarse y unirse.
Atacado a diestro y siniestro, la más lúcida y brillante de las mentes nacionales dedicadas al humor, aguanta sólo apoyado por la institución que más probadamente ha demostrado generosidad a lo largo de los siglos: la Iglesia Católica Apostólica y Romana Española.
Jiménez Losantos ha sido uno de los pocos valientes capaces de alzar su voz contra viento y marea contra todas las injusticias y mentecateces que han azotado el panorama político español. Desde su programa de las mañanas ha sabido llenar nuestras vidas con la sonrisa inteligente y el humor negro, pero sano.
Jiménez Losantos ha creado un personaje homónimo que cada mañana se pone un alzacuello radiofónico para recuperar a los clásicos del humor hispano y traérnoslos, abriendo una ventana al aire fresco de la sana crítica. El problema es que el magnífico personaje de Jiménez Losantos ha caído en un país de estultos y envidiosos que no han sabido o no han querido ponerle en el pedestal que sin duda merece.
El problema principal de Losantos, además de haber creado un personaje con su mismo nombre, lo cual a la gente le cuesta entender y separar, es que es guapo. Si fuera feo todo el mundo comprendería mejor su humor y las envidias serían menores. Ahí tienen a ese Gran Wyoming, feo como un demonio, con humoradas semejantes pero inferiores a las de Federico, triunfando; claro, todo el mundo al mirarlo sabe que no puede ser sino un humorista. ¡Cuánto daño ha hecho Zapatero!, dice Wyoming, y ¡ale, a troncharse de risa el personal! Pues no, lo que ha hecho mucho daño es el refranero, con eso de que la cara es el espejo del alma... ¡un cuerno! Así, llega un tipo bien plantado como Federico y no se le pillan los chistes porque la gente piensa: este es un tipo cabal... que lo es.
Aquí en España si un chiste no tiene las palabras culo, (mis)tetas o cualquier otra que remita inmediatamente a lo escatológico, lo morboso o lo pornográfico, no se entiende. La gente es cortita para el humor. Pero Federico, nuestro Federico, es capaz de, con su voz cálida y envuelta en una aparente seriedad, dar grandes momentos radiofónicos.
Podría parecer insuperable el momento en el que llamó “bolcheviques” a los servicios informativos de la cadena en la que trabaja, la COPE, pero tiene otros. Y no es que este sea un momento menor, solo Gila, Tip y Coll o tal vez Buenafuente pueden tener imágenes de una hilaridad semejante; porque si analizáramos el chiste del bolchevismo, con las implicaciones que en la cadena arzobispal tiene especialmente, no pararíamos de reírnos, y sin olvidar la ocasión en que fue pronunciada, solo 72 horas después del 11-M, cuando España entera necesitaba una dosis de ánimo.
Párrafo aparte necesita el tema del 11-M: quién sino Federico podría habernos consolado y aliviado el luto por tan trágico suceso... y ni un gracias ni mucho menos una medalla al mérito le han dado. Cuántas horas para buscar el lado chistoso del asunto, cuánta imaginación creativa puesta al servicio de forjar una historia ficticia que nos alejara de la crudeza de la realidad. Y aprovecho aquí para felicitar también a su equipo de guionistas y de actores, que tan bien nos hicieron llegar sus contenidos: ¡con qué aplomo han sido capaces de representar sin que la risa se les escapara apenas una vez o dos!
Como no quiero alargarme (a estas alturas no me deben quedar lectores), dejo para otro día golpes de humor de Federico, que no faltarán. Solo me queda recomendarles que se unan conmigo en la lucha por la reivindicación de este hombre. De momento, estoy evaluando la posibilidad de montar un grupo en Facebook pidiendo que el próximo especial de Nochevieja se le dé a Federico, lo anunciaré convenientemente así que no duden en acercarse y unirse.
7 comentarios:
Lo de las humoradas de Fedeguico está quizás a la altura de los "hechos de Chuck Norris". En este país somos pocos los capaces de apreciar el aporte de este insigne periodista a la cultura patria. Reconozco que yo lo descubrí hace relativamente poco, tras una larga lucha interior entre seguir ajeno al mar de fondo o asomar la cabeza a la caverna para ver qué se cocía dentro. Debo decir que no me arrepiento en absoluto, a pesar de haber dejado en la estacada al bueno de Francino.
Sólo una crítica (constructiva, claro): "este", cuando hace de pronombre en la oración, lleva tilde. Por el contrario, cuando funciona como determinante, no la lleva. Voy a ver si me curro una entrada sobre excepciones en la acentuación, que la tengo pendiente desde hace tiempo.
Yo creo que Fede es un infiltrado del Follonero.
¿Crisis? Lo que no sé muy bien como pese a todo, este país sigue a flote. Y, por supuesto, me refiero (con el pese a todo) a esa derechona rancia y amarga que es como un forúnculo en el progreso de cualquier ámbito de la sociedad y del que este tipejo es representante radiofónico.
Un saludo a todos desde el tranvía a la Malvarrosa.
¿Qué tiene la Malvarrosa / que a todas horas / roza que roza / por los rincooooneeeeeh?
Jiménez Losantos tiene muchos seguidores
También Hitler (¡Viva Godwin!) tenía muchos seguidores, lo cual no significaba más que la tendencia natural que tienen los hijos de puta a formar comanditas.
Muchos seguidores... mucho cachon do es lo que hay. Que es guapo, repito, es lo que le falla.
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