domingo, 28 de septiembre de 2008

Grandes odios

Ayer, una fábula de Samaniego, hoy una de Esopo, El labrador y la serpiente. El que quiera, que se las aplique:

Una serpiente se acercó arrastrándose adonde estaba el hijo de un labrador, y lo mató.

Sintió el labrador un dolor terrible y, cogiendo un hacha, se puso al acecho junto al nido de la serpiente, dispuesto a matarla tan pronto como saliera.

Asomó la serpiente la cabeza y el labrador abatió su hacha, pero falló el golpe, partiendo en dos a la vecina piedra.

Temiendo después la venganza de la serpiente, dispúsose a reconciliarse con ella; mas ésta repuso:

-Ni yo puedo alimentar hacia ti buenos sentimientos viendo el hachazo de la piedra, ni tú hacia mí contemplando la tumba de tu hijo.


Moraleja: No es tarea fácil deshacer grandes odios.

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