Los representantes de la industria que vive de la cultura quieren ser llamados "representantes de la cultura" y quieren que al libre acceso a bienes culturales a través de internet se le llame piratería y que se criminalice a quien los disfrute.
Voy a contar algo en primera persona. Un par de ejemplos.
Trabajo como educador en un centro de rehabilitación de enfermos mentales crónicos. Los lunes por la tarde hago un taller de lectura donde les acerco algunas obras literarias. Gracias a internet he dedicado las dos últimas semanas a las fábulas y hemos comparado fábulas de Llull, Esopo, Samaniego e Iriarte; en las anteriores semanas leímos "Historia de una escalera" o "El retablo de las maravillas"; para estas fechas les he preparado un par de cuentos de Wilde y uno de Andersen. Sin Internet, la posibilidad de hacer este taller no existiría ya que el centro no dispone de material suficiente ni adecuado para este tipo de taller ni de la posibilidad económica de comprarlo. Podría, claro, aportar yo mis libros, comprándolos de mi bolsillo, como a menudo he hecho, pero teniendo en cuenta que mi sueldo de categoría C da risa y que tengo familia.... me viene mal, yo mismo leo cogiéndolos de la biblioteca. En cuanto a los derechos de autor, supongo que, todas las posibilidades, incluso las que no son viables económicamente, son ilegales, ya que se basan en descargas o en fotocopias para que todos tengan una copia del texto.
Otro taller que hicimos este verano fue el de vídeo-fórum, les proyectamos cuatro películas que ellos mismos eligieron entre una serie de sugerencias, no películas de cartelera. En el vídeoclub cercano no sabían que Calabuch era una película, no tenía copias de la primera de Indiana Jones... en realidad no tenían ninguna de las cuatro que queríamos. Por cierto, les gustó tanto Calabuch que, coincidiendo además conque en estos meses ha muerto Berlanga, han pedido otra de él para una las dos proyecciones que haremos en los días entre Nochebuena y Reyes. En fin, sin Internet, no habríamos hecho esto tampoco, o hubiéramos acabado con las películas comerciales del vídeoclub.
Podría poner otros ejemplos, otros talleres en los que se puede ver que el libre acceso a los medios culturales es un beneficio, pero creo que la idea es clara.
La industria que comercia con la cultura, por su parte, podría aducir que, puesto que son centros subvencionados con fondos públicos, que se tenga en cuenta esto en el presupuesto... pero si me dicen esto me da la risa, la educación está a la cola de los presupuestos, solo por delante de la atención a discapacitados, de los cuales el colectivo con enfermedad mental grave y crónica supone el de los marginados entre los desechados (pese a que este tipo de enfermedades afecta ¡al tres por ciento de la población!).
Para que vean lo receptivos que son, les cuento que he pedido a todas las editoriales de libros educativos que nos manden muestras de sus libros (lo hacen en todos los colegios, públicos y concertados) y no se han molestado en responderme la mitad, la otra mitad me han preguntado si luego íbamos a comprar y al explicarles (como ya había hecho por carta) que no, me han dicho que no podía ser... un comercial incluso me advirtió que era un delito que yo me hiciera con sus libros y los fotocopiara y que me perseguiría si se enteraba que lo hacía (¿?)
El mismo resultado he encontrado en las editoriales a las que me he dirigido idéntica (falta de) respuesta. No les interesa colaborar.
O sea, que puedo organizar talleres decentes basados en contenidos culturales si existe un libre acceso a los contenidos, pero en este caso yo soy un pirata. ¿Soy un pirata? ¿En serio les estoy contando la vida de un pirata?
Por cierto, he grabado unos dvd con las fotos que YO he hecho en unos viajes y los he "vendido" por lo mismo que me ha costado el dvd a los usuarios que los querían. Por estos dvd, que contienen material del que soy "propietario intelectual" y físico, han tenido que pagar un canon a la SGAE, dinero que no repercutirán en el autor de las fotos, que es menda. ¿Yo soy el pirata?
Voy a contar algo en primera persona. Un par de ejemplos.
Trabajo como educador en un centro de rehabilitación de enfermos mentales crónicos. Los lunes por la tarde hago un taller de lectura donde les acerco algunas obras literarias. Gracias a internet he dedicado las dos últimas semanas a las fábulas y hemos comparado fábulas de Llull, Esopo, Samaniego e Iriarte; en las anteriores semanas leímos "Historia de una escalera" o "El retablo de las maravillas"; para estas fechas les he preparado un par de cuentos de Wilde y uno de Andersen. Sin Internet, la posibilidad de hacer este taller no existiría ya que el centro no dispone de material suficiente ni adecuado para este tipo de taller ni de la posibilidad económica de comprarlo. Podría, claro, aportar yo mis libros, comprándolos de mi bolsillo, como a menudo he hecho, pero teniendo en cuenta que mi sueldo de categoría C da risa y que tengo familia.... me viene mal, yo mismo leo cogiéndolos de la biblioteca. En cuanto a los derechos de autor, supongo que, todas las posibilidades, incluso las que no son viables económicamente, son ilegales, ya que se basan en descargas o en fotocopias para que todos tengan una copia del texto.
Otro taller que hicimos este verano fue el de vídeo-fórum, les proyectamos cuatro películas que ellos mismos eligieron entre una serie de sugerencias, no películas de cartelera. En el vídeoclub cercano no sabían que Calabuch era una película, no tenía copias de la primera de Indiana Jones... en realidad no tenían ninguna de las cuatro que queríamos. Por cierto, les gustó tanto Calabuch que, coincidiendo además conque en estos meses ha muerto Berlanga, han pedido otra de él para una las dos proyecciones que haremos en los días entre Nochebuena y Reyes. En fin, sin Internet, no habríamos hecho esto tampoco, o hubiéramos acabado con las películas comerciales del vídeoclub.
Podría poner otros ejemplos, otros talleres en los que se puede ver que el libre acceso a los medios culturales es un beneficio, pero creo que la idea es clara.
La industria que comercia con la cultura, por su parte, podría aducir que, puesto que son centros subvencionados con fondos públicos, que se tenga en cuenta esto en el presupuesto... pero si me dicen esto me da la risa, la educación está a la cola de los presupuestos, solo por delante de la atención a discapacitados, de los cuales el colectivo con enfermedad mental grave y crónica supone el de los marginados entre los desechados (pese a que este tipo de enfermedades afecta ¡al tres por ciento de la población!).
Para que vean lo receptivos que son, les cuento que he pedido a todas las editoriales de libros educativos que nos manden muestras de sus libros (lo hacen en todos los colegios, públicos y concertados) y no se han molestado en responderme la mitad, la otra mitad me han preguntado si luego íbamos a comprar y al explicarles (como ya había hecho por carta) que no, me han dicho que no podía ser... un comercial incluso me advirtió que era un delito que yo me hiciera con sus libros y los fotocopiara y que me perseguiría si se enteraba que lo hacía (¿?)
El mismo resultado he encontrado en las editoriales a las que me he dirigido idéntica (falta de) respuesta. No les interesa colaborar.
O sea, que puedo organizar talleres decentes basados en contenidos culturales si existe un libre acceso a los contenidos, pero en este caso yo soy un pirata. ¿Soy un pirata? ¿En serio les estoy contando la vida de un pirata?
Por cierto, he grabado unos dvd con las fotos que YO he hecho en unos viajes y los he "vendido" por lo mismo que me ha costado el dvd a los usuarios que los querían. Por estos dvd, que contienen material del que soy "propietario intelectual" y físico, han tenido que pagar un canon a la SGAE, dinero que no repercutirán en el autor de las fotos, que es menda. ¿Yo soy el pirata?